BOSNIA.- Las inundaciones se cobraron al menos 24 vidas pero se teme que haya más víctimas en Bosnia. Foto: EFE. |
Los destrozos causados en Bosnia-Herzegovina por las inundaciones de los últimos días han hecho revivir las dolorosas imágenes de la guerra que este país balcánico sufrió entre 1992 y 1995, pero también los sentimientos de solidaridad.
"Todo cambió en un solo
momento. La gente cuenta que sus casas desaparecieron en tres segundos por
deslizamientos de tierras", dice Ajdin Bajric, un joven de 20 años que
ayuda a los damnificados en un centro de acogida en la localidad de Begov Han.
"Es como en la guerra.
Las escuelas no trabajan, la gente anda sin saber qué hacer. Todo ha
parado", agrega en declaraciones.
El joven se pasó una semana
casi sin dormir para brindar atención a quienes perdieron sus casas, campos y
ganado en las inundaciones en las inmediaciones de Zeljezno polje, en Bosnia
central, 130 kilómetros el oeste de Sarajevo.
Unas 800 personas de esa
localidad llegaron a Begov Han donde encontraron cobijo, unos cien en el centro
de acogida y otros en diversas casas del pueblo.
En el centro de acogida
otros dos jóvenes, Vernes y Minela, de 14 años cada uno, clasifican paquetes
con ayuda humanitaria, reparten alimentos, limpian las habitaciones.
"Son gente que se ha
quedado sin nada, llegaron con lo puesto. Hay mucho niños, debemos
ayudar", cuentan.
La mayoría de los
desplazados llegó a pie por una zona boscosa y en parte cubierta de nieve para
llegar a Begov Han, ya que un alud de tierra sepultó también la carretera
local.
Por ahora, tienen alimentos
y medicinas. Pero necesitan gasolina para poder volver a su poblado abandonado
y salvar lo poco que ha quedado en las casas derrumbadas, a merced de los
saqueadores.
Zeljezno polje estuvo
durante días prácticamente incomunicada y la situación sigue siendo casi
dantesca.
Literalmente el barro ha
caído encima de numerosas casas por las que corre el agua desde los montes del
entorno, mientras que los corrimientos de tierra, guijarros y piedras se
tragaron otras viviendas.
La pared exterior de una
casa cayó y dejó al descubierto la cocina, con los muebles cubiertos de barro y
platos por todas partes. Cerca, de otra casa sólo quedan los cimientos y partes
de electrodomésticos y muebles.
En otro sitio asoman de un
montículo de barro apenas el techo de un coche y unas señales de tráfico.
Las oficinas aduaneras
trabajan las 24 horas para recibir la ayuda humanitaria que llega a Bosnia de
la región y el resto de Europa, aunque la burocracia ralentiza las actividades.
Las inundaciones se cobraron
al menos 24 vidas pero se teme que haya más víctimas en Bosnia, que una vez más
se ve devastada, con personas desplazadas y centros colectivos, como en la
guerra.
"Les he dado todo un
piso. No es mucho espacio, están tristes, pero mejor que dormir fuera",
cuenta Ragib Nemcic, un voluntario de Begov Han que ayuda a los damnificados.
"Hay que ayudar a la
gente con lo que se puede", concluye este hombre, quien ha acogido a 14
desplazados en su propia casa.
Así, Bosnia revive el
espíritu solidario de los oscuros años de la guerra, cuando unas 100.000
personas murieron y cientos de miles se vieron desplazadas por los
enfrentamientos.
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